



Poemas por Elly de Waard*
Nota y traducción del neerlandés al español
por Alejandra Szir**
Crédito de la foto Ernst Drukker
Poesía feminista, lésbica, que recobra el cuerpo, la experiencia, la anécdota, el exceso, y hasta puede coquetear con un sentimentalismo camp, para, irreverente, enfrentarse al tabú impuesto por una tradición (intelectual) dominada por los poetas y escritores (hombres) de la posguerra. En los Países Bajos, Elly de Waard, una de las pioneras en el debate sobre género, feminismo y emancipación, contribuye al rescate de grandes poetas (mujeres), como Ida Gerhardt y Vasalis, y a la creación del premio de poesía Anna Bijns.
Aguamarinas franjas en viruta. Delante
Del crepúsculo, lejos en el mar
Las chimeneas fuman pipa. En el cada vez más profundo
Carmesí enroscan sus columnas haciendo una
Nube que se aleja rozando el
Horizonte plegado con fuerza. La rompiente se abre
En espuma. Aún estoy entre sus
Brazos, pensé, pero el frío está sobre y
Alrededor y debajo de nosotras y el temblor
De mi cuerpo me apaga el latido del corazón.
Las ventanas empañándose rápido comprueban el
Enfriamiento y el ocaso se extiende alrededor del
Hemisferio como una venda elástica
En llamas; el horizonte y entonces con un
Lazo púrpura y al tiro
Nosotras gritando acostadas, la
Cabeza entre las piernas de la otra. Como nubes
Frunciéndose unidas se funden
Nuestros nombres. La luna creciente,
La escarcha es incunable.
Una cabeza de ternero inmensa
Degollada sobre la mesa puesta
En azul intenso; de las cuencas
De sus ojos mana una
Luz magnífica que además
Se evapora en destellos
Entre sus dientes. ¡El Rembrandt del
Cielo viene del sexo
Sonriente del stratocumulus
Vesperalis! Inclinadas
Sobre nuestros sueños como sobre
Libros, nos leemos los rincones
Más lejanos del alma. Nuestra
Conciencia es una membrana, un
Lienzo que dentro del bastidor
De nuestro cuerpo se estira
Entre dos universos, el
Interno y el de afuera.
Explorar el secreto
Holográfico de su interacción.
¿Quién puede hoy leer El Banquete de
Platón, en donde se expulsa a las mujeres
Antes del diálogo y el amor
Entre hombres se encomia por
Supremo? ¿Qué mujer que se
Respete? ¡Hay que reescribir
Todo! Mi amigo, ese que con
Clips para papel se abrocha los puños,
Preferiblemente los de su frac, a él le
Señalé que las sociedades animales
Mejor organizadas son las
Feminizadas y se
Asustó. Pero nuestro discurso –sobre la
Venganza– era frívolo y letrado y
Cenábamos. Enseguida nos vieron en
La pista de baile, un foxtrot, él
Seguía, yo llevaba. Ah
Qué placer, todo debería estar
Dado vuelta y quedarse así,
Insistíamos entretanto.
Que yo pensara en tu
Cuerpo, tan flexible como
Un tallo y tan suave,
Tan brillante como puede ser
La hierba bajo
El viento que,
En tu ductilidad, te
Acometía y era
Yo encima tuyo;
Sos esbelta como el
Junco, un fulgor plateado
Cubre tus miembros, tus
Ojos chispean como
Agua colectada en
Una hoja o como
El rocío que durante toda una
Jornada de verano perla en la
Corona de hojas del
Lupino; una perla
Sos, nada más.
Las olas chicas son como
Garras de león, el pelo escurriéndose
En el viento, las uñas prendidas
En el azul, pero juegan
Alrededor de sus tobillos femeninos, y se
Amansan… Ah, cómo ella está
Entre rayas color amarillo lirio
Que se arrastran
En el fondo del agua y le dan a su
Sombra una radiación
Irisada, tan intangible y no predestinada
A ningún mortal. Sacude
El cabello oscuro que, liberado de la
Diadema, resbala sobre el
Índigo anochecido de las
Olas y es el mar, un único
Pigmento su pelo y las olas,
Olas y pelo. Yo en el viento,
Deambulamos a su alrededor, el viento y
Yo: su poeta y amante.
Las montañas echan humo de los fuegos
Otoñales que encienden, los árboles
Se ponen colorados del
Ardor. Viajaba hacia el Norte por
Los bosques oscurecidos de
Europa, oxidándose en octubre,
Óxido de autos, por pueblos
Sin vereda, como tajos, la
Larga sombra del décimo mes
Ya vive allí. Pasando las vías neuronales
Que corren por los valles
En gris de trenes y de
Rutas y todo mojado de lluvia,
Pulsa la corriente del golfo metálica
Del tránsito. El Occidente es
Solitario ahora que el milenio
Llega a su fin. Lo que las nubes,
La tela de araña de las industrias,
Borra y sopla desde el campo
Es un viento femenino.
(de Espesura de conexiones)
Nota de la autora: Los poemas 50 y 75 están dedicados a Caroline van Tuyll de Serooskerke.
Yo estaba sentada. Ella de paso.
Y de repente me acordé
me había olvidado
de preguntarle algo
con que ya hacía días
me entretenía: che, ¿te acordás
cuántos poemas
te dediqué? Desde esa
pasión que, cuando los releo,
revivo y que me
pone ansiosa por vos.
Pero hoy la pregunta
permaneció en mi interior
sin pronunciarse, porque antes de
que estuviera lista para tomar
la palabra, vos, ella,
la del veloz andar,
otra vez se fue
(de Casi siempre entre los árboles)